Salimos del avión en Estambul a todo correr para no tener que hacer mucha cola en los visados. Para aquellos que queráis venir a visitarnos, el visado son 15 euros. Ya allí nos despedimos de Marco y nos fuimos al otro lado del aeropuerto, desde donde salían los vuelos nacionales. Ya allí nos encontramos con Jose Luis, que venía de hacer un curso en Rumanía. Jose Luis fue voluntario en nuestra organización el año pasado, y estaban tan contentos con él que le ofrecieron venirse a trabajar aquí como mentor.
Al llegar a Gaziantep, Alí nos fue a buscar al aeropuerto en la furgo y nos llevó al piso. En Turquía el tráfico es un poco caótico, por ejemplo, por la noche saltarse un semáforo es lo más normal del mundo y cruzar una calle requiere de unos ovarios muy bien puestos, porque no solo hay pocos pasos de cebra, es que los coches a menos que estés en medio o que tengan semáforo no paran.
Al llegar a nuestro barrio nos rodeaba una oscuridad casi total, resulta que están instalando cableado de internet y esa noche habían tenido que cortar la luz así que nos fuimos iluminando con el móvil por las escaleras, y Jose tuvo que hacer un gran esfuerzo para "enseñarnos" el piso. La primera conclusión a la que llegamos aquella noche es que es eeenorme, vamos de esos pisos que en España cuestan una pasta, el salón es muy grande, las habitaciones son amplias y hay dos terrazas que conectan todas las habitaciones. Por cierto, que dejamos los zapatos allí esa noche y por la mañana descubrimos que una paloma nos había dejado un regalo sobre ellos, la muy puta.
Pero la mejor sorpresa vino a la mañana siguiente. Cual fue mi sorpresa al despertarme cuando vi que en la habitación tenemos una pedazo caja fuerte del tamaño de un armario. Aún no sabemos lo que hay dentro.
Chicas, en la imagen veis que ya tenemos colocados vuestros regalos en la habitación.
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